La Atlántida dejó atrás su planta circular para adaptarse a una figura rectangular, dejó atrás sus murallas y canales para adoptar una forma de aparcamientos y paredes de acuario, y dejó atrás sus pirámides de cristal para incorporar la elevación de unos palcos -eso sí, sustentados por sus legendarias columnas-, además del trono de aquellos que crearán los sones de la ciudad perdida.
Su interior sigue estando rodeado de vida marina, esta vez en forma de gigantescos acuarios. Aquellos privilegiados que hacían vida en el Templo ahora se reencarnan en los Vips, reunidos en los palcos. Y, por supuesto, su patrón, Poseidón, le guarda cuidado y vigilia desde el centro, erigiéndose sobre la Fuente de Poseidón. Bajo la tarima de los artistas, encontramos el pequeño estanque de los nenúfares.
En sus afueras, para aquellos que necesiten salir a la superficie, el Patio de los Atlantes se sitúa en la parte posterior, para pisar la arena de la playa.
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